El pasado jueves, hubo una de esas juergas que no se preveen, pero que te acaban atrapando como una enredadera, y te mantienen despierto hasta altas horas de la madrugada -sí, luego el viernes estás muerto para trabajar.
En la puerta del Sirocco, todos los gatos eran pardos.
De noche, todos los gatos son pardos
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