Hay días -pocos- que no estoy muy feliz. Que tengo bajones, o falta de alegrías. Si puedo, intento ir a la Gran Vía, lo más cercano a un río que hay en la Ciudad de las Zanjas. Cuentan que si te acercas a un río, cargado de problemas, y le susurras al agua tus penas en voz alta, el agua se lleva tus pesadillas y malos sueños corriente abajo. También dicen que el secreto es que, al escucharte recitar tus propias miserias en voz alta, tú mismo te das cuenta de que no tienen tanta importancia.
La Gran Vía es un río, aunque de gentes y coches. Por muy mal que estés, las personas y el tráfico no cesan nunca, y tus problemas les importan poco. Por eso, cuando no estoy bien recorro despacio esta calle, y le susurro a las ventanas mis penas. Me suelo quedar mucho más tranquilo.
Archivo diario: 2 octubre 2007
La Gran Vía nunca está triste
Archivado bajo Madrid, Madrid, Madrid
El cielo de Madrid sigue siendo azul
Los domingos, en Madrid, son para ir a La Latina. Hay plazas con gente que intenta beber cerveza cuando la policía municipal -siempre preocupada de lo importante- no lo impide, hay guitarras, hay kebabs, hay poemas pasajeros, hay rastro y, como no, hay un cielo azul que preside la escena.
Archivado bajo Madrid, Madrid, Madrid