
19.33 – 18/09/2011
Acabo de visitar una exposición de graffitis en una galería cercana al hostel -en la calle de atrás. Me han invitado Valentina y Sara. Estaba bien, pero un poco corta. Ahora voy montado en un taxi en dirección a casa de Miriam, para despedirme de ella y de Manu, que esta madrugada toman rumbo a Gaza, al fin. Mi estómago sigue sin estar bien de todo y hoy, otra vez, solo he comido arroz blanco. A Zvetan y Natalia no los he visto hoy, a pesar de que se quedan ya en mi mismo hostel.
En una de mis clases, esta mañana, la profesora -que lleva velo- me ha puesto varios vídeos de cantantes árabes, unos actuales, otros ya muertos. Le he preguntado por qué ninguna mujer lleva el pelo cubierto en esos videoclips. «Una mujer con velo nunca bailaría en un vídeo, bailaría en su casa», me ha respondido.
12.04 – 19/09/2011
En las cafeterías de la zona centro no se suele sentar casi ninguna mujer. En las de los otros barrios, sí he visto más. no termino de descifrar la mirada de los egipcios hacia ellas. A las que son de aquí, desde luego, se las mira de forma distinta que a las extranjeras: con ellas da la impresión de que todo vale. Como el día en que salí del Hurriya con Miriam y un taxista se puso a perseguirnos (a perseguirla) y hacerle gestos obscenos con la lengua.
Aunque yo no puedo percibirlo de la misma forma que ellas, creo que se huele fácilmente en el ambiente. Parece que la mujer árabe todavía tiene un largo camino hacia su emancipación. Y tendrá que recorrerlo sola.
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