Varios centenares de personas se han concentrado este lunes frente a la embajada de Grecia en Madrid en solidaridad con el pueblo griego, al que la Unión Europea está exigiendo enormes sacrificios. Los manifestantes cantaban lemas similares a los del Movimiento 15-M, como «Hace falta ya una huelga como en Grecia», «Mariano [Rajoy], aprende, el pueblo no se vende» y «Solidaridad con el pueblo griego». La policía ha identificado a varios manifestantes.
[Photos and videos of a demonstration in front of the Greek embassy in Madrid this monday]
Al fondo se ve la legación diplomática, protegida por numerosos policías; frente a ellos, se ha desplegado esta pancarta, en español y en griego
Al menos 10 furgonetas de los ‘antidisturbios’ (conocidas como ‘lecheras’) así como numerosos agentes de la Policía Nacional vigilaban en todo momento la protesta.
Un consejo fundamental: si vais a las pirámides, poneos una gorra. Yo no lo hice, y he pasado por un momento fatal. El día que fuimos a las pirámides, por la noche, me dio como una gran flojera. Me sentí sin fuerzas. Me tumbé a esperar, pero no se me pasaba. Iba a peor. Conseguí bajar a la pastelería que hay junto al hostel y compré unos pasteles. A pesar de que tenía diarrea, me los comí, pensando que se trataría de un bajón de azúcar (aunque me tomo los tés con cuatro cucharadas).
No sabía qué me pasaba. Me duché y me metí en la cama. Los brazos y la cabeza me ardían.Miriam me llamó para preguntarme qué tal estaba y, tras contárselo, dijo que se trataba de una insolación, muy convencida. Supuse que sí. También me explicó que tenía que ponerme toallas mojadas en la cabeza. No lo hice. Me mojé la cabeza varias veces.
Pasé la noche en una duermevela muy turbia, a veces despierto por las voces de la gente del hostel, de tertulia en recepción, a veces atrapado en una extraña pesadilla en la que un rarísimo grupo de alemanes quería quitarme mis posesiones (?).
Ayer, nuestro plan era ir a Alejandría, pero yo no estaba en condiciones. Postergamos el viaje. Tras pasar el día durmiendo, a media mañana quedé con Manuy Miriam en nuestra tetería de siempre, en Midan Tahrir. Allí estaba también María del Mar, una catalana que ha conseguido el permiso para cruzar a Gaza solicitándolo desde España, a través de la Embajada.
Miriam y Manu están jodidos, porque ellos lo pidieron a la vez -y desde Egipto- y todavía no tienen ese permiso. Así que esta mañana van a ir a suplicar a la Embajada española, para ver si tienen más suerte. A lo mejor los acompaño, si me encuentro bien. Sigo sin tener la barriga en condiciones, y eso que ayer, durante todo el día, solo comí arroz blanco, sin nada. Estos dos días han sido bastante extraños…
Acabo de estar en la plaza Tahrir (Liberación). Hay mucha gente, pero no está llena. He estado un rato (con Manu, Miriam, Zvetan y Natalia), he hecho muchas fotos y he hablado con alguna gente. Ahora, en una tetería, Manu cuenta la historia de Flag Man, un egipcio que, a mediados de agosto, trepó por la pared del edificio dela Embajadade Israel (son como 11 pisos) y cambió la bandera de este país por la de Egipto. Hay vídeos en Youtube de su hazaña y el personaje es ya una especie de héroe nacional. También se venden camisetas con su figura, como si fuera Spiderman.
12.09 – 10/09/2011
Anoche (aquí anochece mu pronto, al ser la misma hora que en España) me llamó Miriam para decirme que los egipcios estaban tratando de entrar en la Embajada israelí. Por supuesto, fui. Manu, que tiene tatuado (فلسطين) en el brazo -y otras cosas en árabe- estaba muy emocionado y ayudó a tirar el muro que protegía la parte inferior del edificio. Luego, alguien subió al piso en que está situada la sede diplomática (debe ser un piso 11) y descolgó la bandera israelí para ondear una egipcia. Al estilo de Flagman.
Cuando nos fuimos hacia Tahrir, andando, parece que lograron entrar en la embajada y tirar algunos papeles por la ventana. Al llegar a la plaza revolucionaria vimos que no había prácticamente nada, pocos manifestantes y ningún jaleo. Manu quiso volver a la embajada, mientras Miriam, Natalia y Zvetan -los dos últimos acababan de llegar- le acompañaron.
Yo me quedé en el hostel. Había mucha gente, a pesar de ser bastante tarde. El hombre de las opiniones vehementes (aún no sé su nombre) se enfadó mucho por el incidente en la embajada: dice que los militares lo permitieron con el objetivo de demostrarle al mundo que solo ellos pueden gobernar el país, que si dejan que haya democracia, Egipto se va a convertir en un nido de fundamentalistas.
La teoría es lógica, pero no sé si realista: ahora que han saboreado las mieles de las manifestaciones y algo de libertad, no sé si será tan sencillo pedirle al pueblo que acepte otra dictadura. El vehemente, que es norteamericano, cree que tal vez la gente aquí no esté preparada para la democracia. Me opuse firmemente, dije que es lo mismo que decían de España tras la dictadura. Él cree que no es comparable. Luego me fui a dormir, casi a las dos.
«Estaba en mi casa, comiendo, cuando he visto en las noticias el ataque de Israel al barco de ayuda humanitaria. En cuanto he terminado, me he venido directamente a la Embaja a protestar». Félix García, de 74 años, destacaba entre los manifestantes que esta tarde protestaron frente a la Embajada de Israel en Madrid, en el número 150 de la calle Velázquez. Con un cartón cogido de la calle convertido en pancarta de urgencia, y una muleta, García se plantó frente a la sede diplomática a las cuatro de la tarde. «Entonces estaba yo solo», dice. Tres horas más tarde, casi un centenar de personas secundaban con sus gritos el sentimiendo de este hombre, para quien «lo que está haciendo Israel explota en el corazón».
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