Archivo de la etiqueta: poemas

14/09/2015

No quiero besos de despedida en aeropuertos
sino de buenos días
que me regalen tu risa a la mañana
y tu boca de poemas.
No entiendo cómo puedo estar tan lejos
de tus pestañas
si los más alejado que quiero estar de tu bragas
es en tu pelo.
No sé por qué hay tantos kilómetros
en medio
de nosotros, si lo que yo soñaba anoche
era tragarte entera.
Pretendo desterrar tus miedos
a coces fuertes, a cucharadas,
y vomitar todas las letras
que no fueron capaces de taparte.
No quiero más derrota que perecer de tus labios,
no antojo más países que los que tengas dentro,
no busco más muerte que la que quieras darme.
Mátame si lo ansías, pero quiéreme siempre.
Y bésame la noble calavera
antes de torturarme
de miedos y otras bestias,
que este infeliz ya sólo sabe
cuidarte, cuidarte siempre,
amarte y recordarte.
Mátame si lo ansías, pero
quiéreme siempre.

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Variaciones de un enamorado lector de Miguel Hernández

[«No me coformo, no, me desespero»
«Siempre tu pie de liebre libre y loca»
Miguel Hernández]

No me conformo, no: me desespero
con que a tu pecho no llegue mi aliento
cada minuto se vuelve un tormentos
si tu alma no arropa mi cuerpo entero

Este frío tropical me vuelve mero
compás de espera hueco, torpe y lento;
Colombia sin tu olor es un lamento
de kilómetros vuelto carcelero.

Ansío volver a ti, pues ya mi patrio
suelo no es mi país, sino tu cama,
mi nacionalidad, claro, es tu boca.

Mi corazón se ofrece en este atrio
para que allí lo pise, oh, mi ama
siempre tu pie de liebre libre y loca.

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11/08/2015

Por ti construiré mapas de poemas
más bonitos y más largos y con más países,
por ti mudaré las fronteras en fotos de playas
y los ríos del mundo en tardes de sofá
y cambiaré continentes por estanterías de letras
y océanos por bragas tendidas
porque el único mapa que quiero que leas es el de mi cuerpo
y aprenderme de memoria la geopolítica del tuyo
para que nunca más seas la Antártida
sino una cala lujuriosa en Brasil o Mallorca.

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26/08/2015

Aquella tarde era triste:
los «te quiero» se quedaron colgando en el WhatsApp
como hojas secas que no acaban de caer
y las palabras se volvieron mudas
atropelladas por un nido de torpezas
que los pájaros del odio montaron tras los balcones.
Ya no era ayer. Tampoco era mañana.
La almohada aguardaba mustia,
derrotada de silencios,
la luz del ordenador no sabía encenderse,
la estantería se sentía desnuda,
olía a libros desollados bajo la mesa.
Entonces, ya no estaba.
Detrás sólo había derrota,
un inmenso escalofrío de labios ausentes
y letras desconsoladas
en pantallas de un trabajo eterno absurdo, como el mito de Sísifo.
Y luego, la nada.

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4/08/2015

Me he despertado tiritando de frío,
soñando con tu ausencia:
mi cama era el solar bajo las Torres Gemelas
y tu sombra un espejismo lejano,
mi mano te buscaba entre las nubes
y tú eras fugaz como el Conejo Blanco de Alicia.
Sudaba y tiritaba, las dos cosas a un tiempo,
y he abierto los ojos con mi enorme torpeza:
abrazado a tu marcha, no hallándote entre sábanas,
más triste que la luna y más solo que el silencio
y he preferido taparme con tus fotos
arroparme en las caricias que no me diste
y todas las que te faltan por darme
y cerrar quedamente los párpados
para que vuelva una noche eterna
donde no haya más patria que tu regreso.

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26/06/2015

Voy a comerte entera
para evitar que huyas por la ventana.
Te tragaré despacio, un trozo cada noche,
como sin darte cuenta,
y acabarás viviendo en mi regazo
de donde no se escapa.
Muérdeme el brazo, sácame las palabras que esperas
(aquí se está tan bien, fuera no es nada),
arráncame la piel y mira dentro
por si te guardo flores o tabaco.
Aquí no hay ascensores ni facturas
sino sábanas limpias
que vamos a gastar de tantos gritos
azules, torpes, desesperados,
un zumo de naranja recién hecho
para tornar dolores de barriga en besos
y una pared tapiada con abrazos.
Mira más dentro aún,
en las zonas oscuras donde
ni yo me atrevo a ser
y tápame de escarchas,
susúrrame canciones,
escríbeme aquel cuento que no acababa triste,
llévame a playas nudistas
y quítate la piel, conmigo,
que luego ya no hay nada.
Y, entonces, no te vayas.

Aquí puedes leer más poemas

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15/06/2015

Quiero tejerte un nido de poemas
para que estés a salvo
de deudas y otros monstruos
y cambies las tensiones del salón
por mañanas de zumo de naranja.
Quiero tejerte un nido de palabras
para que no te toquen
los gritos a deshoras
y mudes los exámenes lejanos
en tardes de vino y pelis.
Quiero tejerte un nido de besos
para que no te vayas.

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25/09/2007

Llevo tu olor pegado entre mis poros
y a ti me huelen los escaparates y autobuses.
Se me enreda por los dedos
hace parada en la espalda
permanece junto a las pestañas
se acerca muy despacio a la nariz
y la reta, y la besa, y la castiga,
y se escapa hacia la boca
que aguarda con labios vigilantes.
sube por la frente, se detiene en cada arruga
por gestos casuales,
abandona el pelo a su suerte.
se esconde entre las piernas,
llega, cansado, al abdomen
y grita en los oídos.
Llevo tu olor pegado entre mis poros
y huelen a ti mi ropa, miz zapatos y mis sueños.

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Viajes de noche

Sola, te asola el tiempo:
países en descomposición
como perros atropellados;
no te acerques,
vete. La sala de fiestas
esconde el vicio, pecado
de monjas lascivas:
no hay solución,
el conflicto árabe-israelí
evita los asientos de autobús
compartidos,
reelección de lo invisible
a la vida corpórea
de las moscas, quizá
impúdica caricia
al aire, mas rompiendo
el tedio cotidiano,
repudio (no es tan fácil)
tu oculto herpes genital, avanzadilla
erógena de aquello más oscuro
que pierde, como olfato de los perros,
la noche en tu regazo.
compleja, y tan sencilla
como una de 14:
no sé si niña
o quiniela, a veces
no me importa

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Cuento de Nochebuena (2004)

El niño grande pensó en su madre con rencor
porque las cosas no eran tan fáciles
como ella había contado.
Él quisiera
pasar los días atrapado en abrazos
y morir lentamente derramado entre sábanas
pero escaban las horas
y dejaban sólo un rastro de servilletas
sucias en los bolsillos
y, a veces, besos.
Pasos a la noche que llevan a otras camas,
portazos de adiós
envenenados.
Así que el niño despertó llorando,
herido de muerte por sus propios gritos
de ausencias y otros monstruos
y calló para siempre su secreto más suyo:
su soledad primera.

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