Vuelvo. Acabo de retornar al trabajo, con sus discursos de políticos y sus cosas. Las vacaciones han sido bastante extrañas. Mi vida es distinta ahora.
En mi periplo viajero, pasé por Tarrassa, en Cataluña. Allí me hice por unos días «casteller», uno de esos personajes que hacen castillos humanos. Eso sí, yo estaba abajo. Construyendo castillos en el aire.
Y encima no se te dió nada mal, no señor. Aguantaste como un campeón el talegazo de la torre de 9 🙂
Es más, espero que ahora que conoces el burundanga casteller, te enganche tanto como para volver a venir por Tetassa para la Diada de Minyons, a gritar lo de «It’s time for burundanga» a pleno pulmón (o plumón, que pa finales de noviembre ya hace rasquilla…)
En fin, buena vuelta al curro, así te suban el sueldo y no tengas que dar palo al agua 😉
Hombre, ya que tengo metío el gusanillo tendré que volver alguna que otra vez, que eso de que te metan el pie sudao en la boca une mucho.
pos si, une un montón…
…sobre todo el inconfundible olor y sabor a cabrales que te queda después…y si te enganchan con un mejillón, ya ni te cuento..:D
te leo aluego luego, que me reclama el deber
Pues ahora voy a colgar -si me da tiempo- un vídeo de cómo se hacía uno de estos ‘castells’. Por cierto, ¿quién eres?
El Héctor, mismamente. Es lo que tiene tener una de tiempo libre que no te lo acabas…vicioso de intenné hasta el hueso