Lola Rodríguez López, una vida dedicada a la enseñanza y la igualdad

Lola Rodríguez López ante al biblioteca que lleva su nombre.Habrá quien todavía recuerde cómo llegó Lola a Huelma a principios de los ochenta, con faldas jipis y pelos de colores para llenar las calles de una alegría y una libertad recién estrenada tras 40 años de triste dictadura. Para los demás, quizá sea sorprendente que una figura tan enraizada en el pueblo no haya nacido en Huelma. Pero lo cierto es que Lola Rodríguez López, mi madre, nació el 24 de junio de 1958 en Villanueva de la Reina, un pueblo pequeño de la campiña jiennense entre vías de tren y el cauce del río Guadalquivir.

Según nos contó con sus propias palabras cuando hace unos años escribió el pregón de la feria de agosto, Lola es “hija de Felipe y de Ana, una familia humilde” en la que aprendió “a valorar el esfuerzo para salir adelante con la única riqueza de tus manos”. Y continúa: “Por casualidades de la vida, mi maestra, Doña Manolita, me presentó a unas pruebas para optar a una beca, y mira por donde me la dieron, ¡me tocó la lotería! Me dieron una beca para estudiar y mi padre y mi madre pensaron que merecía la pena intentarlo. Nunca se lo agradeceré bastante”.

Lola se esforzó en no perder aquella oportunidad. “Para mí, estudiar, supuso un pasaporte al futuro que me esforcé en aprovechar”, nos explicó en el pregón. Por eso aprobó todos los cursos a la vez que trabajaba todos los veranos para echar una mano en casa. De hecho, emigró a Cataluña y Francia en periodos estivales para conseguir dinero con el que mantenerse sin suponer un gasto para sus padres. Así que sabe lo que es sentirse emigrante y de ahí surge su comprensión hacia los inmigrantes, cuya vida no es fácil.

Después, ya viviendo en Jaén, compatibilizó su trabajo en un bingo con el estudio de Magisterio, además de conmigo, que estaba recién nacido allá por 1982. Con todo, aprobó a la primera las oposiciones para ser maestra, cosa que, como pueden imaginarse todos los opositores que escuchen estas líneas, no debió ser sencillo.

Ser mujer y de clase obrera siempre ha acarreado dificultades, pero mucho más en la época que a Lola le tocó vivir en su juventud. De ahí surge su compromiso ético con la enseñanza pública como una herramienta para transformar la sociedad y hacerla más humana, más justa y más feminista. Sí, feminista, que no es otra cosa que conseguir que los niños y niñas se conviertan en hombres y mujeres del mañana con los mismos derechos. “¿Acaso alguien quiere que su hija tenga menos derechos que su hijo?”, nos interpela Lola.

A esa labor se ha dedicado mi madre en estos más de 35 años, en los que han pasado por sus clases cientos de alumnos de Huelma. Aquí, es Lola la maestra. Y ella lleva ese nombre con orgullo. Una maestra del pueblo, sin pomposidad ni ínfulas, que recoge el testigo de las misiones pedagógicas que trataron de llevar la cultura a los pueblos durante la II República. Cuando Lola se encuentra por las calles del pueblo con algún antiguo alumno, suelen saludarla con cariño, recordando lo que escribía en la pizarra o tomando a broma alguna regañina que, seguramente, se merecían.

Además de a dar clases, en estas tres décadas largas a Lola le ha dado tiempo a fundar la Asamblea de Mujeres de Huelma y, recientemente, la Plataforma Feminista 8 Marzo Huelma-Solera, que recoge el testigo y el impulso que el movimiento feminista tomó en la masiva manifestación del pasado 8 de marzo. Además, el compromiso con la transformación social la llevó a presentarse como candidata en la candidatura de Izquierda Unida y, después, con la de Vamos Huelma-Solera.

Por toda esta labor, recibió el premio Mujeres excepcionales de la Junta de Andalucía durante el Día mundial de las mujeres rurales, el 15 de octubre del año 2010. Pero, ahora que se jubila, no os penséis que se va a dedicar a “sus labores”, como se decía en aquellos tiempos en los que le tocó estudiar. Ya se ha comprometido a seguir enseñando español a mujeres marroquíes y saharauis que viven con nosotros.

Que la biblioteca del instituto lleve su nombre servirá como ejemplo de dedicación, compromiso y esfuerzo para futuras generaciones de niños y niñas.

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