La capital de la República Checa es una ciudad verdaderamente fascinante, tal vez de las más bonitas de Europa (como veréis en la primera foto), pero tan llena de turistas que a veces parece difícil apreciarlo. Hace menos de 20 años, en Praga no sabían lo que era un ‘guiri’, y trataban al extranjero con más hospitalidad -lo sé de buena tinta-; ahora, con el exceso, se les ha agriado el carácter. No es que sean bordes, pero se les nota cansados ante los foráneos. Al menos, en el centro, la parte por donde todos transitamos en busca de la preciada imagen junto a alguno de sus monumentos.
Dicho todo lo malo, os cuento que es la segunda vez que la visito. Es decir: merece la pena. Tiene bastante marcha -es un destino europeo de despedidas de soltero-, es relativamente barata (¡sobre todo la cerveza!) y permite combinar el turismo fiestero con en alcohólico. Desengañémonos, birras y museos es una combinación ganadora para el verano y la que buscan miles de mochileros por todo el continente. Nosotros volamos allí con Wizzair, que tiene billetes muy baratos desde Madrid. Nos quedamos en una residencia comunista de estudiantes, muy barata (12€) pero cuya hora de salida de la habitación era a las 10. Por eso, no la recomiendo. Hay muchos hostels baratos, y si os quedáis en dormitorios con 6 o más camas, puede salir por unos 10-12 euros/persona.
Volvamos con los turistas. Cada hora en punto, durante el día, cientos de ellos se reúnen para ver moverse a los monigotes de la torre del reloj -la que sale en la primera imagen. A mí el que más me gustó fue éste, una calavera que agita la campana:
Llama la atención que delante de la catedral hay varias casas. ¿No había otro sitio donde construirlas?
Tal vez lo más visitado de la ciudad sea el puente de San Carlos, con una torre en cada parte
En fin, tengo más, pero tampoco es cuestión de aburrir. Eso sí, os cuento que aquí hasta los edificios nuevos tienen gracia. ¡Qué aprendan otras!
Para ser verano el cielo tiene un color muy oscuro. Mola la casa que se está derritiendo. MUAA!
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Cuando estuve era el 96. Nos encantó. Estuvimos en la Rep. Checa, sobre todo en Bohemia y moló mucho en Brno y Karlovy vary. 😉
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