Este mes de agosto me he hecho un pedazo de viaje por Europa del Este. En realidad, no era un Interrail, porque calculé el precio de los trenes y no me salía rentable. Si hubiera sido menor de 26 años… pero ese tiempo ya pasó y los trenes por esta zona, en general, son baratos. Mi ruta fue: avión a Praga, de ahí tren nocturno a Varsovia, luego Cracovia (dos noches), tren nocturno a Budapest (un infierno, ya os contaré), y sin hacer noche fuimos directos a Belgrado (ahí los trenes se empiezan a poner jodidos).
De allí salimos a recorrernos Rumanía, que merece mucho la pena: primero, a Cluj-Napoca, donde alquilamos un coche para ir a los Maramures, las montañas que están al norte (muy bonitas y por descubrir); más tren para llegar a Sighisoara (lugar de nacimiento de Drácula) y más tarde Brasov. El periplo rumano acabó en Bucarest. Finalmente, tren nocturno a Estambul (duraba 18 horas pero tardó 25), desde donde cogimos (por poco) el avión de vuelta a Madrid. Muchos sitios, muchas anécdotas. Os animo a leerlas en los próximos días.
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