Este lunes he gestionado un encuentro digital con el dramaturgo catalán Albert Boadella. En la charla, el fundador de Els Joglars ha explicado su choque frontal con el nacionalismo catalán, del que ha nacido su nuevo libro, «Adiós, Cataluña». Con esta obra, Boadella desiste de actuar para siempre en su tierra por el boicot que le realizan.
Las palabras del catalán desprenden un odio feroz al nacionalismo -a todos los nacionalismos, también al español- como ideología totalitaria, pero sobre todo son un canto a la libertad, «la mejor patria que se puede tener […] en el fondo, mi auténtica patria».
* Encuentro digital con Albert Boadella en El País
La libertad es la patria de Boadella
Archivado bajo Que pasa en el mundo
Debido a razones profesionales, soy profesora de español, a diario me hallo imbuida en una especie de Torre de Babel donde diferentes voces,ámbitos y melodías dan sentido y buena «harmonía» a mi vida. Para mí esto es un verdadero placer . Sin embargo, durante el puente de Todos los Santos me entristeció enormemente ver cómo varias familias catalanas que viajaban entusiasmadas hacia el Museo del Prado en el mismo autobús que yo reprimían el catalán y hablaban en castellano. Quizá por ser más respetuosos y no «ofender» a los madrileños… Claro que los niños más pequeños no podían y como es natural se dirigían a sus padres en la lengua habitual. ¿Cómo es posible que caigamos todos en situaciones tan absurdas y forzadas? Si a mí me no me importa nada oír hablar en inglés, italiano, árabe, francés, sueco u olof, por qué nos sorprendemos en nuestro propio país al oír lenguas tan hermosas como el euskera, gallego o catalán. ¿No será que también nosotros estamos llenos de prejuicios y ridiculeces?
Bueno, eso es problema de la falta de compresión mutua. A mí, por ejemplo, me parecería bien que se enseñase catalán o vasco en todos los colegios de España, no como algo obligatorio, pero sí como una opción, porque las lenguas son una riqueza.
Pero no me parece bien que no se pueda enseñar en castellano en Cataluña.
Un saludo
Estoy de acuerdo al 110% con lo que dices, que cada cual estudie en la lengua que le resulte más manejable, afín y natural. por supuesto. Ahora al mismo tiempo propondría que desapareciera de una vez por todas ese «plan de estudios oficioso» tan asimilado en el inconsciente colectivo madrileño con pacatos contenidos del tipo, «lo que me parece mal es que cuando te diriges en español, te contesten en catalán». Este tipo de leyendas urbanas no hacen más que romper España. ¿No te parece?