Si pudiera elegir como pasar todas las horas
que faltan hasta el próximo holocausto
me quedaría en tu cama,
tumbado,
despidiendo uno a uno los minutos,
anudado de escarchas y ceniza.
me enredaría en tus gemidos nocturnos,
en tu piel de leche y luna,
contándote los poros y las pecas
y las manchas que te tiñen de rojo el cuello.
aguardaría a la luz de la mañana
con la que te despiertas, muriéndote de sueños,
para llegarte al fondo,
más dentro que tú misma,
y resguardándome allí de coches y otros ruidos.
encontraría las frases adecuadas
para salvarte de miedos y trabajos
absurdos,
y escondería tu dolor de cabeza
en el rincón más profundo del baúl
donde guardo los besos.
tendría tiempo de poner tus braguitas
en un cajón lejano y triste
para que te olvidaras de ropas y vestidos
y siguieras pura y fresca,
desnuda de poemas
y risas imposibles.
escucharía las canciones que te inventabas
a solas en tu cuarto
y me perdería en sus notas
desparramadas como segunda voz
entre humo de wisky y gotas de tabaco.
me acordaría, de golpe, en un momento,
de las historias de cuando era pequeño
que no siempre recuerdo,
y te las contaría en susurros,
cabeza con cabeza
mientras los ojos se te fueran cerrando.
Si pudiera elegir como pasar todas las horas
que restan a la suma de los días
sería sólo un inmenso escalofrío
como el que siento al notarte por dentro.
Sin título (II)
Archivado bajo Poemas