Las navidades son una época dura, sobre todo para alguien de naturaleza tan golosa como yo. Ya de por sí, los cantos de sirena de los efluvios alcohólicos, tan tradicionales en estas fechas de comunión con San JB, consiguen atraparme sin mucho problema. Pero es que además, en este caso, las fiestas venían precedidas por tres semanas de dura abstinencia etílica. Conclusión: entregueme al tercio y a las bebidas espirituosas como si no hubiere un mañana. Os dejo aquí un vídeo de la cena que celebramos el sábado en Huelma -los gritos más tontos, efectivamente, son los míos- y la foto del después.
P.D. Díos mío, díos mío, ¿por qué me has hecho tan goloso?
Felices fiestas y tal
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