El poso de 2008

Acabo de volver de un examen de inglés -de esos que te dan títulos- y estoy aprovechando uno de esos ratos tontos de esparcimiento en mi casa que tanto bien hacen de vez en cuando. Me siento en el sofá, curioseo Internet, miro el calendario. Me sorprendo de encontrarme ya en diciembre. Me parece incluso un poco absurdo. Me da la impresión de que los días han pasado de modo extraño esta vez. Pero no ha sido un mal año, en cualquier caso. ¿Con que me quedaría? 

En 2008, he vuelto a aprender a estar conmigo a solas. Al inicio, estar conmigo y sin nadie en un cuarto era una tarea titánica, y ahora casi podría decir que me quiero. He tenido muchos planes de irme y, como siempre, me he quedado. He retomado los idiomas, sobre todo el árabe, el único que me deja la sensación de que soy productivo y de que hago algo que merece la pena. También he estado haciendo un intercambio, pero este año de inglés. He cambiado de horario tres veces y me he sabido adaptar en cada ocasión.  He reiniciado una prometedora carrera de futbolista frustado.  

Ha sido un año de viajes, también. Descubrí a golpe de robos  y timos el realismo mágico de Cuba, me mezclé con sus gentes y flipé con sus selvas y su clima imposible, con la  hospitalaria dignidad de algunos y el ingenio hambriento de los demás. Atravesé Europa en trenes viejos y mi pasaporte se tatuó los sellos de Bulgaria, Serbia y Turquía -aparte de los europeos del este. Y Turquía es Estambul, la ciudad donde querría perderme muchas más veces. Entre frontera y frontera, mi cámara se quedó en otros continentes.

¿Algo más? Un golpe de Estado en la empresa para dar un nuevo rumbo a las fiestas. Una vaca  que no para de darme disgustos y adicta al autosecuestro –y con su propio Facebook. Una guitarra eléctrica hastiada de pereza. Un coche que me abollan cada día y me roban las noches impares. Unos compañeros de piso poco amigos de la limpieza, y unas cucarachas que no quieren pagar su parte del alquiler. Fotos con ídolos literarios, entrevistas de resaca y besos -como siempre- torpes y a deshoras. Poemas que no se escriben solos. Un exorcismo inacabado. Y tantas ideas para el año que viene, al que casi ya se escucha llamar a la puerta impetuoso…

3 comentarios

Archivado bajo Hablando de Míguel

3 Respuestas a “El poso de 2008

  1. Jope, un año productivo… Es verdad, diciembre llega siempre muy rápido, por eso me gusta este mes 😀

  2. Lucía

    Se te ha olvidado mencionar las tardes en la piscina y las tortillitas de patatas de este verano… snif, snif

  3. F.N.A.

    Anda y que te follen

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